viernes, 15 de julio de 2016

Tulum 2016


Por fin vacaciones, pensé que nunca llegarían.
Después de un par de meses intensos en el trabajo, tomé una decisión que me haría un bien. Tomar un vuelo a playa.

Tenía varias opciones pero quería irme a la más lejana y la menos peligrosa posible. Compré un boleto en internet y me lancé a Tulum.
Hace como 3 años no iba a playa y siempre que viajo es como si fuera la primera vez. Me pongo muy nerviosa pensando que podría perder el vuelo, que no lleve lo suficiente... Así que hice la maleta una semana antes (aún así hubo cosas que no usé).
Un día antes, me dediqué a comprar lo que faltaba, depilarme y hacerme manicure. Le di un beso a mi sobrina, y regresé a mi casa para descansar y escribir un poco.

Dormí como 5 horas, los nervios por un problema con mi tarjeta y el pago de mi teléfono, me tenían muy tensa, tenía que asegurarme que había un atención a clientes en el aeropuerto para poder hacer los trámites necesarios y que no me dejaran sin teléfono a la mitad del viaje. Muy mal, mi avión salía a las 10 y atención a clientes abría a las 9, así que me fui a la "viva México", pensando que no era para tanto, podría comprar un chip y solucionar el problema en Cancún.
Llegando a Cancún me recibió una de mis personas favoritas en el mundo, ya han leído de él. Si son grandes seguidores del blog, sabrán que hablo del psicólogo (primeras entradas). Me llevó a comer a un gran lugar que se llama "los aguachiles" en donde curiosamente el aguachile es lo mas equis de los platillos. 
Platicamos de todo, menos de nuestras vidas, supongo que era lo mas incomodo en su momento, pero nos vimos como si el tiempo no hubiera pasado entre nosotros. 
A las 6:10 corrí a la central de camiones en donde partiría a mi siguiente destino, Tulum. El cual está a dos horas y media de Cancún y mi iPod todavía tenía la suficiente pila para desconectarme un rato de la realidad.

Llegando a Tulum, el taxi me cobró 50 pesos de la central hasta mi destino haciendo parada en una vinatería. Nada mal para lo que estoy acostumbrada y lo locales aún así dirían que es caro.
Dormí, dormí lo que pude, el calor era infernal, nada que una cerveza cerca de mi destino no pudiera solucionar. Mi primer destino culinario fue un restaurante argentino muy lindo el cual no recuerdo su nombre, pero había dos por uno en cervezas y escuché tango. Nada mal

Para el segundo día decidí hacer súper, lo básico. 
Todo se puede hacer, si rentas una bicicleta a 100 pesos las 24 horas.

Dando mi primer recorrido por la calle principal, me tope con un montón de locales que vendían todo tipo de recuerdo mexicano. Me encontré los sarapes que tanto buscaba, y uno que otro recuerdito para la familia Godínez.
A unos cuantos locales conocí Edgar Mijangos, un señor que se dedica a dar clases de buceo. Quedamos en hacer un recorrido al día siguiente a Akumal, un lugar a 30min de Tulum, por 600 pesos a las 8am. Tenía miedo, jamás había hecho snorquel, aún así me anime y le di la primera parte del pago para cerrar el trato.

Seguí mi camino y me encontré con mi primera mezcaleria, "mezcaleria indio" No me dejaron fumar hasta que un grupo de gringos se fue, el mesero me contó que venia de la Roma en Ciudad de México y que vivir cerca de la playa es lo mejor que le ha pasado en la vida.
Me quedé 4 horas mas o menos quería recorrer más y conocer mejor la zona, me sorprendió ver que todos los que tenían tienda, no eran nacidos en Q. Roo y uno que otro extranjero... Conocí a un joyero que venía de taxco y a un Belga que puso un bar (Le Petit París) en donde me instalé a ver la Eurocopa. Se salió de Bélgica con su hermana diciendo que si bien Bélgica es un país lindo, no había nada como vivir en la playa. Terminé platicando con una canadiense y a una inglesa que se hicieron amigas ahí. Una tenía un puesto de tatuajes con su esposo mexicano y la otra rentaba equipo de buceo. 

Al día siguiente, me quedé de ver con el instructor de buceo para empezar con mi primera experiencia en Snorkel, Una playa blanca y un mar azul que no se ve en cualquier lado. Nos pusimos el equipo y nos metimos al mar. Afortunadamente él llevo una cámara de agua y pudo grabar algunas cosas. Sin darme cuenta pasamos una hora viendo una gran cantidad de peces de diferentes tamaños y colores, una mantarraya y tortugas...grandes, hermosas tortugas. Llegaron a comer justo en ese momento. Jamás en mi vida había visto tortugas así de grandes. 


Dos horas después, regresamos a Tulum, me recomendó un lugar increíble para comer, así que como buena turista, fui. Tomé mi primera piña cola de la cual soy muy fan y unos tacos de camarón, que aún me hacen agua la boca. El lugar se llama "El capitán" y esta sobre la Av. que te lleva a las ruinas. Así es, aquí no hay nombres de las calles ni números. Todos se guían por los lugares, los semáforos, los oxxos. El guía me regresó 200 pesos, me dijo que me había faltado parte del recorrido. Pero estaba muy cansada, nadar hora y media fue agotador y aún así me invitó otro día para darme mi primer curso de buceo. Gracias Edgar por todo! 

Para el día siguiente ya me sentía bastante orientada en las zonas, un mapa me ayudó mucho a ubicarme, así que me animé a irme un poco más lejos. Me quería subir a un camión porque es más barato pero tardaban mucho en llegar y yo ya me quería mover, así que resignada a que aun no abrían los locales para rentar una bicicleta, tome un taxi que me dio codo pagar pero al final lo compensé porque no me cobraron la entrada a las ruinas. Así es, ser Godinette tiene sus privilegios y los míos son que puedo entrar a cualquier museo y ruina gratis :)

Llegando allá, me uní a un grupo de españoles pero me dio mucha flojera que iban preguntando cada cinco minutos así que me fui por mi cuenta. Llegando allá, recorrí una cantidad de ruinas en perfecto estado y en mi camino fui esquivando a miles de iguanas que pasaban como si nada por la zona. Caminé todo lo que nunca camino... Terminé el recorrido y me seguí por la playa hasta llegar a un restaurante que a las 10am me sirvió una cerveza. No tiene idea del calor que hace aquí, no parecía que fueran las 10 de la mañana. 


Seguí por la playa y me topé con un hotel que se llama Villa pescadores que me recomendó un amigo para desayunar. Comí rico pero me tomé la peor piña colada de mi vida. Sabía más a malteada que a otra cosa. Las habitaciones eran como Cabañas y el ambiente muy familiar. Saliendo de ahí, tuve que tomar otro taxi que me llevaría por la zona hotelera hacia mi siguiente destino que es Spa/hotel Azulik. Es el hotel mas lindo que he visto, y así de caro. Estaban remodelando espacios. IDEAL para los que van de luna de miel. Una vista al mar increíble. 

Yo iba por el baño renacer maya, hasta que me di cuenta que costaba 5 mil pesos. Tenía mucha tensión y me gustan mucho los masajes pero creo que eso era demasiado, así que me fui por la segunda opción, un baño maya:
Consta de una exfoliación completa, un baño de flores y un masaje para terminar. El masajista (Joel)  no solo me dio un buen masaje, sino que me dio toda una experiencia. En donde me hablaba de dejar ir todo lo malo para dejar entrar todo lo bueno. Para el minuto uno, Joel ya me había visto completamente desnuda y me quitó todos los nudos que tenía, que según me dijo él le costaron un poco de trabajo. Todo un profesional! Después del masaje destruimos las flores con las que me bañó diciendo que todo lo malo había quedado ahí y que era momento de que renaciéramos de nuevo. Fueron dos horas de relajación profunda. 

Al día siguiente, regresé al local de Edgar para rentar una bicicleta. No tenía muchas ganas de turistear, así que me di el roll por toda la avenida principal, buscando el sombrero que le perdí a mi mamá un día anterior. Habré recorrido más de 16km. No sé si es mucho, pero para mi fue una eternidad contando el calor y la humedad, y al ver que todavía tenía tiempo, me anime a seguir con la bicicleta hasta llegar a la playa. Debido a la buena experiencia, regresé a Villa pescadores en donde estuve un rato en el sol, hasta que me cansé y me dirigí al restaurante a comer algo para cargar un poco de fuerzas para seguir mi camino de regreso. Termino de comer y me encuentro con un buen amigo de años que resulta es uno de los chefs. Nos sentamos, platicamos y me invitó a comer. El tiempo fue poco, el tenía que ir a playa del Carmen y yo regresar a mi estancia para poderme bañar. El regreso fue mucho más fácil debido a que me reclmendó otra ruta. Fuif, gracias Angel.

Al día siguiente, domingo. Salí a desayunar a un lugar llamado Don Honorio, en donde se come cochinita y tacos de lechón, el agua de Jamaica era perfecta y la salsa habanero de respeto. Lugar ideal para desayunar, y lo que necesitaría cualquiera para curar la cruda. 

Por la tarde, decidí ver la final de la Eurocopa y qué mejor recomendación que "el milagrito". Pocas mesas, buen mezcal. Me comí un cóctel de camarones que hace 20 años no me comía y  la compañía animó a que se pidieran los mezcales, es una lástima que hayan sido pocos, así que lo cortamos a una hora razonable.


Tulum tiene algo rico que lo da la gente, es amable, servicial y le gusta platicar. Hace que tu experiencia sea distinta. Viven tan relajados y sin prisa que las cosas que hacen, las hacen con mucho gusto. Aunque estén atiborrados de gente.

Un amigo me contactó con un amigo suyo de toda la vida, que casualmente vivía a 3 calles de la mía. Nos quedamos de ver en su casa porque me platicó que cada año, el baja a la playa en la noche, a ver a las tortugas poner huevos. El plan sonaba bien para los últimos días que me iba a quedar en Tulum. Para conocernos, invitó a una amiga suya y llego su compañero de cuarto. Me contó que hacia tours a los cenotes y me dijo que había dado clases de salsa. Y eso, lo tenía que corroborar, le pedí que me enseñara unos pasos para poder bailar decentemente una de mis canciones favoritas, "La cita". Así que con mucha paciencia me dio una que otra vuelta, que me hizo sentir que sabía bailar. 

Ahí fue cuando me di cuenta que ya me quedaban pocos días, así que decidí que los últimos dos, los aprovecharía en la playa, y en el pueblo. 
Regresé a mi ya querido club playero, ya contaba con el WiFi y ya tenía gente que ya me saludaba como si nada.
Me instalé en la playa como si ya fuera mía. Me gustó que pude estar un rato sola en lo que llegaban los demás vacacionistas. Me encanta el calor intenso que produce sudor que a su vez puedes calmar con una cerveza. Me gusta el sonido del mar y la vista inigualable que me estaba regalando el Caribe. Lo triste de todo fue encontrarme popotes y colillas de cigarro incrustados en la arena, tomé el vaso que me habían dado y empecé una pequeña recoleta por lo menos a un metro de la redonda. La gente no hace conciencia sobre el tema del plástico y la basura en la playa y es importante que se actualicen con el pacto ambiental que esta causando el uso de popotes. 
Regresé al pueblo después de horas de sol-mar-arena para comprar mi boleto de ADO, es un pendiente que quería solucionar y no terminar comprándolo a la carrera con el miedo de que se terminen.

Para mi último día, decidí quedarme todo el día en playa, y hacer unas últimas compras. Pero en la playa, una tormenta decidió aparecerse por un momento. El viento levantaba una cantidad de arena que era imposible ver bien. Así que pagué mi cuenta y salí huyendo al pueblo, llovió intensamente por 3 minutos. Lo bueno es que ya era hora de la comida y decidí que para mi último día iría al restaurante de una chava de Sinaloa que conocí. Si alguien sabe cocinar mariscos, es la gente de Sinaloa. El lugar se llama Sabor a Mar y probé el mejor taco gobernador que he comido en toda mi vida, además lo que le da una onda especial el que ella haga las salsas, y de 6 que probé, 5 me gustaron (la otra era muy dulce para mi gusto). Me tomé un agua de Chia con limón y el mesero se quedó platicando conmigo porque vio que estaba leyendo la autobiografía de Slash y él debe ser uno de los mejores fans porque no le paró la boca de historias de cuando fue a verlos al D.F y lo mucho que ama a Guns. Me gustó porque me hizo compañía. 



Me despedí y en mi regreso busqué un postre para complementar lo rico que había comido, y casualmente a una cuadra, había una heladería que se llama Panna e Cioccolato, donde probé el de frutos rojos y pay de limón. Ambos increíbles! (ya se me antojó otra vez!)

De regreso a mi hospedaje, me encontré una tienda en donde vendían collares y vestidos y en la entrada habían unas sillas con unos tanques llenos de peces, el ya conocido "fish spa" al parecer originario de Tailandia. Costaba 100 pesos 15 minutos y tenía mucha curiosidad, así que lo intenté. Los peces dan pequeños toques y cosquillas durante 15 minutos, y tienen la función de exfoliar y eliminar toda la piel muerta.

Tulum es increíble, tiene un encanto a pueblo que le da algo extra a la experiencia de ir a playa. 
Solo me queda agradecer a todos y cada una de las personas con las que conviví, mi viaje fue perfecto gracias a ustedes. Se los recomiendo enormemente... :)

Dian (mucho más relajada) García 

Todas las fotos son mías y tienen todos los derechos reservados. Gracias.

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