jueves, 12 de octubre de 2017

Yo después del temblor (Parte 1)

A mis 34 años he vivido dos temblores, uno que no recuerdo y uno que nunca podré olvidar.

En el primero, recopilé historias que mis papas me contaron a través de los años y lo concentré en esta entrada 1985. El segundo me ha dejado varios sabores de boca.


7.09.17

Estaba en mi recámara, Branca dormida junto a mí. Empezó la alarma sísima y me quedé en mi cama como si el movimiento de las placas me arrullara. No tuve miedo, no tuve prisa. Mientras el movimiento de la tierra empezaba y subía su intensidad, me di cuenta que no era broma. Las puertas de mi closet se movían intensamente y la lampara de papel de china que tengo sobre mi cama se movía como campana de iglesia. Ahí fue cuando me di cuenta que debía levantarme. Tomé a Branca del collar y solo pedía que pasara pronto. Mi papá desesperado, me gritaba que teníamos que salir lo más pronto pero cuando llegó a la puerta, se dio cuenta que no la podía abrir porque olvidó tomar las llaves. "Abre la puerta" me gritó. Branca no entendía que pasaba, pero afortunadamente su correa estaba junto las llaves así que tomé ambas y de di las llaves en lo que yo le ponía la correa a mi perra. Logramos salir antes de que terminara. 
Las caras de los vecinos que nos encontramos en una fría calle en Coyoacan, fue de sorpresa. No dudo que muchos recordaron el temblor del ´85.

Al día siguiente, escuelas cerraron, (por precaución y tranquilidad a los padres) en el lugar donde trabajo no había "Nada Oficial" así que tuvimos un día normal. Yo estaba asustada, me di cuenta que en la depenencia no estamos del todo preparados para un evento como el que vivimos y que deberíamos tener un comité de seguridad, más... seguro. (perdón por la redunancia).
Desde que entré a trabajar ahí, me di cuenta que no había extintores, que tampoco teníamos botiquín y que no teníamos personal de vigilancia, así que presioné a la administración para que podamos tener un radio que nos comunicara con todo el edificio.También les pedí los extintores ya que teníamos muchos libros y un gran número de equipos de computo, también les sugerí que sería buena idea que tuvieramos botiquín (Digo, es obligatorio pero debido a todo lo anterior, no me sentía con la voz para exigir). El edificio había sufrido algunos cambios de remodelación y que los señalamientos deberían ser evaluados y reubicados según necesite el área.
Cuando recibí el botiquín ya se habían terminado las aspirinas y los curitas, de hecho lo único que dejaron eran las vendas y el termómetro, lo cual se me hizo ofensivo. Los extintores se tardaron como un año en llegar, y eso porque el equipo de bomberos había hecho una revisión a raíz de la petición de que se colocaran. Ellos deciden en donde se tienen que ubicar así que hiceron una revisón bastante detallada del área. Después de comprados, se tardaron como 6 meses en instalarlos argumentando que teníamos que mandar un oficio para la instalación. En cuanto al radio me lo asignaron después de 5 meses, de hecho hasta hubo burlas de "es que no lo necesitas", "¿Para qué lo quieres?" y cuando no lo tenía a la mano, se burlaban diciendo "Uy, ¿para eso lo quería?.

Al día siguiente del primer temblor de septiembre, hubo gente que decía que "no había pasado nada", que no deberíamos exagerar. Por ahí escuché que nosotros causábamos el pánico a los demás. Todo pensando que la gente sería capaz de usar cualquier pretexto para salir temprano. Eso habla de la desconfianza absoluta del mexicano. Aún no puedo creer que haya empresas que aún después del sismo del 19.09.2017, amenazaban a sus trabajadores exigiendoles que debían asistir a su lugar aunque las instalaciones no estaban ni siquiera revisadas. Por eso importantísimo que formemos parte de las brigadas, que nos involucremos. No dejemos la responsabilidad de nuestra seguridad a alguien más. Reporten cuando no se sientan seguros y revisen los protocolos de seguridad. Ahorita fue un terremoto, pero también hay protocolos de incendios y amenazas de bomba que bueno, nunca hemos estado en esa situación pero nunca está de más estar informado.

19.09.17

Un día antes nos reunimos para el simulacro, nos entregaron el equipo de los brigadistas y nos explicaron los puntos de encuentro y los de repligue que nos ayudarían a saber a donde tenemos que ir cuando llegue un sismo, en el piso en donde me encuentro, no había tal señalamiento y lo obtuvimos el día del primer sismo de septiembre. 
También nos regalaron un sandwich que aún me da nauseas. 

El símulacro salió como esperábamos, hubo muy buena respuesta del equipo y mucha gente participó, al parecer el primer temblor nos sensibilizó a varios, aunque aún así hubo dos que tres que no salieron con el argumento de que tenían mucho trabajo.
Regresando de la reunión post simulacro, me senté en la oficina de mi jefa, dispuesta a seguir con nuestras labores y en el momento en el que ella se sentó, sentimos como el edificio completo dio un salto en seco. Nos levantamos conscientes de que no estábamos alucinando, era un temblor y teníamos que actuar. 

Nos pusimos en el repligue del segundo piso, eramos como treinta, el movimiento de las antenas eran alarmantes, mi jefa (como buena católica) le pedía a dios calmar su ira. Fueron los peores segundos de mi vida.
El radio nos sirvió para tener contacto con la planta baja, fue por ahí donde nos indicaron que ya era seguro bajar a la zona de seguridad. Yo no dejaba de temblar, a pesar de que me agarré del barandal, mi cuerpo no coordinaba mis movimientos. 
Llegando a planta baja intenté comunicarme (como todos) con mis familiares, sin señal esperé a que dieran el primer dictamen. Tenía ganas de llorar, para mí es una impotencia sentir que el piso que siento como firme, pueda deshacerse como arena movediza o como si la tierra se partiera en dos y me tragara.

Esta vez nos pidieron salir antes pues "si estuvo fuerte". Nadie revisó las noticias, todos salímos a nuestras casas esperando que hubiera señal en el teléfono para poder comunicarnos. En el camino, los semáforos estaban apagados, ninguno funcionaba. Gente local se paró en los cruces para ayudar a los coches a pasar. Veía a los conductores que como yo tenían cara de confundidos, nadie entendía exactamente qué estaba pasando.
Llegué a División del Norte a unas cinco cuadras de mí casa, dentro del embotellamiento logré ver 3 camiones de la marina que cruzaron enfrente de mí a la velocidad que el tráfico les permitía y fue ahí cuando me solté a llorar.

Abrí la puerta de mí casa y revisé cada muro, cada ventana, cada escalón. Me sorprendí al ver que estaba en perfectas condiciones. Llegué a mí recámara y supongo que muchos tuvimos el mismo sentimiento en donde te acuerdas que hay una posibilidad de que exista un Dios. Me puse a rezar Padres Nuestros uno tras otro, tomé el agua bendita que me había traído una amiga del Vaticano y la puse en cada una de las puertas y las columnas de mi casa. 

Al terminar, salí a la calle, de reojo había visto algunas patrullas y gente en la calle. Del lado derecho, había un edifico que la fachada se había desmoronado como mazapán y del lado izquierdo un edificio empujó a otro dejándolo inhabitable y a su vez, éste último empujó una privada que la dejó dañada. Afortunadamente, todos pudieron salir excepto por una.
A los 5 minutos de ver todo lo que el terremoto había hecho, una amiga cruzó mi calle con una camioneta. Pasó por una chica que se había lástimado la cadera en la privada dañada. Argumentaba que le dolía mucho y que sus perros seguían adentro,mí amiga como buen médico, la llevó al hospital más cercano. Gracias Marjan por aportar con tú talento.


Así es como pasé las primeras horas del temblor, no podría creer lo suertuda que había sido, lo realmente afortunada de saber que mi familia, mi casa y mis amigos estaban bien...


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